¿HACE FALTA YA UNA HUELGA?

¿ Tenemos realmente un sentimiento de colectivo como trabajadores del sector público o somos cada uno de nuestra madre o nuestro padre?. Esto último seguro, pero los diferentes caminos que nos llevan a terminar como funcionario en unos casos, o laborales en otros, hacen que sea difícil establecer un criterio que pueda predecir un comportamiento ante la convocatoria de huelga que tenemos delante de nuestras narices. Aparte de habernos pasado unos años empollándonos un temario un tanto obtuso poco tenemos en común unos a otros y nuestros orígenes sociales y nuestro curriculum varían hasta el infinito, un sentimiento de clase es imposible de definir y por tanto predecir una reacción ante el ataque a nuestros intereses económicos. Por supuesto cabreo, si. Indignación y multitud de insultos a los gobernantes de turno. ¿Pero luego qué? Esos cincuenta, cien, ciento cincuenta o doscientos euros que nos van a quitar al mes o nos llevan a la movilización o nos llevan al conformismo (y al conformismo nos lleva el optimismo, no nos engañemos, de que este vaya a ser el único recorte de derechos de todo tipo que van a ponerse sobre la mesa). Podemos perder todo el tiempo del mundo malhablando de los sindicatos en este momento, de la politización de los mismos, su subvencionalismo o su distanciamiento con el trabajador de base (esto habría que definirlo tambien), y al final habrá quien les eche la culpa de todo. Pero en esta huelga no se juega el futuro de los sindicatos (que para una vez que se ponen de acuerdo...), en esta huelga nos jugamos nuestra imagen como colectivo y el mensaje de fuerza que mandemos a la sociedad sobre la injusta percepción que se ha promovido interesadamente sobre el empleado público y lo intorelable de los movimentos que propugnan aun más recortes en nuestros derechos económicos y laborales. Se me ocurren cien formas mejores de ahorrarme cincuenta euros que viniendo mañana a trabajar. Yo mañana hago huelga.