A muchos lectores de Cela les sonará el término “tremendismo” con que fueron calificadas algunas de sus obras por exagerar la expresión de los aspectos más crudos de la vida real.
¿Pecaremos nosotros también de tremendistas?
Lo que se vive este año en España es histórico. A los funcionarios nos roban todos los meses en la nómina con total impunidad. Quieren que trabajemos obligatoriamente hasta los 67 años como mínimo (calculad más bien hasta los 70), esperando que algunos infarten en la oficina para ahorrarse nuestra… ¿pensión? ¿Tendremos pensión o habrá mafias de jubilados extorsionando a sus nietos y atracando bancos de pueblo para sobrevivir? Y el que no sea empleado público, que se despida de cobrar algo el día que su empresario, ese gran creador de riqueza, le dé la patada en el culo.
Ante esta situación nos conformamos con que no quiten de la parrilla televisiva el fútbol y el Sálvame Deluxe. En un país con 5 millones de parados y los partidos políticos tomándonos por borregos, los sindicatos convocan una huelga general como única forma de protestar contra el despropósito. Y nos encontramos con que el solemne Toxo dice que la huelga general es “una gran putada” y la UGT ficha a Rodolfo Chiquilicuatre para subir los ánimos, mientras que CSIF, como los mejores laxantes, declara que “no puede volver a pedir a los empleados públicos un nuevo esfuerzo”.
No nos extraña que haya mucha gente pensando si protestará contra todo o lo dejará para otro día, o para otro año o, mejor, para otro siglo. A fin de cuentas el día 29 hay Champions y dentro de veinte años del Estado del Bienestar no se acordará ni la madre que lo parió.
¿Seremos realmente tremendistas? Como dijo Eduardo Galeano: "Nos mean, y los diarios dicen: llueve".
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